Hoy, despido otra personita, otro,
ser querido. Mi sobrina: Desde siempre
fuimos amigas, desde siempre, por lejos que estuviéramos, la una de la otra,
estábamos juntas.
Era una muñeca, semejante a la mía. Por ello, llevaba su
nombre. “Ana María”
¡Era tan semejante a mí! Independiente,
altiva, dulce, tierna, mimosa, alegre, sabia reía, con sus logros y llorar con
sus tristezas. ¡Y éramos tan distintas!
¡Tan diferentes!
Su vida privada era su vida
privada. No preguntaba, ni le gustaba que le preguntaran sobre la suya.
Se hacía amar de todos los que la
trataban, dejando siempre, una huella perdurable en sus vidas.
Ahora, con todo mi amor te despido
y te dejo partir, guardando el recuerdo de la última vez que te vi. Guardando
el recuerdo de tu abrazo y repitiendo la bendición, que ese día me pediste. Cosa
que nunca hacías, ya que, más que tía y sobrina, éramos amigas.
Hasta siempre Anita… Ya
trascendiste, al mundo de los inmortales. Ya estas con Dios y con todos nuestros seres queridos, que te esperaban, para darte
la bienvenida.
Hasta siempre, chiquita. Hasta
siempre…
Eva
Margarita Escobar Sierra.
30 de Marzo de 2014.
Cuan triste se vuelve la vida ante una partida que vacía el alma.
ResponderEliminarGracias Ricardo:
ResponderEliminarSiempre, ¡ Que cosa rara! Compartimos nuestra tristeza cuando alguien, se nos va. Bueno, tenemos que seguir con nuestras vidas. ¿Verdad? Hasta pronto, Eva